Tengo clavados en mi pecho los aromas de mi infancia, de pronto me invadió el aroma de los recuerdos, el aroma de esos años bonitos donde la sonrisa nos ganaba todas las batallas, donde las heridas se curaban con un “sana sana colita de rana”, donde el paseo mas osado era salir a dar la vuelta a la manzana en bicicleta lo mas rápido posible, antes de que alguno de los grandes se diera cuenta de la hazaña, donde la mejor oferta de la semana era comprarse un “bati-bati”, porque además que te comías el helado, de premio te venia un chicle en el fondo, y eso nos hacia felices… Que momentos tan maravillosos!
Recuerdo aquella casa y me invade una mezcla de alegría y nostalgia, de recuerdos bonitos y de unas ganas increíbles de volver a esos años. Un patio que era una autopista, lo mismo que un castillo, un hospital lo mismo que un colegio, y es que la imaginación de aquellos años nos daba para todo. Pasábamos de ser mamás a enfermeras, de ser doctoras a ser maestras, según el juego lo ameritara, lo difícil para ese momento era decidir que nombre me gustaba más, cuantos años tenía o en que clase de carro se iba a convertir esta vez la silla del comedor que tenía como volante un banquito de madera.
Todavía siento los pasos de mi abuelo, y ver como me hacia una pequeña seña y su sonrisa picara y cómplice y yo sabia que allí mismo comenzaba el paseo de las tardes, caminábamos por las mismas calles todos los días, nos topábamos con la misma gente, y llegábamos a la panadería donde yo pedía cualquier dulce que se me antojara, recuerdo que mis favoritas eran las “pavitas”, y el se compraba un “chogui” (chesse-tris, raqueti, pepito) a pesar de que no debía comerlo, pero nadie se enteraba de nuestras meriendas, era nuestro secreto. En el camino de regreso, parábamos siempre en la misma bodega de esas que parece que se detienen en el tiempo, a comprar un juguito de naranja, y parece mentira que hoy en día esa bodeguita se mantiene igual, con las mismas tres cositas en los estantes y las mismas telarañas… Y así transcurría cada tarde…
Los viernes, como los ansiaba, no solo porque esa noche podía dormir en la casa de mis abuelos, en la misma cama con mi abuela, sino porque llegaba mi héroe, después de pasar toda la semana sin verlo, y nada mas aparecía su carro verde, con asientos de avión, se alegraba todo mi fin de semana, corría al carro, me metía entre él y el volante y “manejaba” para meter el carro al estacionamiento, y de allí hasta que llegaba la hora de dormir, me le pegaba como una garrapata, estaba con el mientras comía, mientras descansaba, en todo momento… Íbamos religiosamente a comer helados todos los viernes en la noche, y yo siempre pedía el mismo sabor que él, arequipe con maní, y le llevábamos uno de fresa a mi abuela… Nadie se imagina la felicidad que se me siembra en el alma nada mas de revivir esos momentos…
Mi Abuela… El Roble de la Familia. Tan dulce y tan entregada a los demás, toda amor y dedicación a hacer el bien a todo el que lo necesitara, su fuerza y su ímpetu son admirables, es mi ejemplo de superación, de lucha, de ganas de echar para adelante y sobre todo, es la maestra que me enseño que la familia debe siempre ser lo primero en tu vida, que siempre contaremos con ella, en las buenas, en las malas y hasta en las peores, y a pesar de que hoy su mente divaga y revolotea casi sin rumbo, no deja de derramar amor, entrega y fortaleza, por eso es Mi Siempre Viva!
Ellos pintaron de colores mi años bonitos, ellos hicieron de mi lo que soy, fuimos siempre como las patas de una mesa, y cuando estaba bajo esa mesa siempre me sentí protegida, siempre sentí una calidez y una tranquilidad que hoy quisiera revivir… Primero emprendió vuelo mi héroe (mi tío bello), ese ser maravilloso, extraordinario, único, con el que siempre estaré unida por el amor que nos tuvimos y nos tendremos eternamente, nadie jamás entenderá lo que lo pienso, lo que lo extraño, lo que lo necesito día a día, pero me basta con saberlo mi ángel guardián, y tener la convicción que mientras lo recuerde y lo ame seguirá vivo dentro de mi corazón… Y más atrás te fuiste tú, mi cómplice, mi compañero de travesuras, mi viejo bello y no hay día que en mi corazón no hagan eco cada una de tus palabras, de tus enseñanzas y tus gestos de amor para mí… Hoy la mesa tiene solo dos patas, y nos unimos en el amor que nos tenemos para mantenerla en equilibrio, y aunque a veces no es fácil, ellos nos dan la fuerza que necesitamos para que no se caiga nunca…
Hoy quisiera regresar el tiempo, pasearme por los pasillos de aquella casa, y encontrarlos allí, quisiera tener la oportunidad de revivir un día de esos, sentir la música del tocadiscos de la sala, mirarte a ti, mi héroe, lavando y puliendo tu carro verde con asientos de avión y riendo de cuanta tontería yo te decía, ver a mi abuelo llegar con la bolsita del mandado llamando a mi abuela desde que venia en la esquina, y ella en la cocina, haciendo platanitos dulces, y esperando que llegara el batallón de hijos y nietos… Que hermoso seria…
"PODER DISFRUTAR DE LOS RECUERDOS DE LA VIDA ES VIVIR DOS VECES"